EL RENACIMIENTO DEL SILENCIO HÔTEL DU COUVENT
Fotografía: cortesía
Por: Daniela Gutiérrez
Una fortaleza del tiempo que despierta de su letargo tras siglos de olvido, El Hôtel du Couvent fue fundado en 1604 por la Orden de Santa Clara y luego ocupado por las monjas de la Visitación de Santa María. Este convento es testigo de historias perdidas y silencios prolongados.
En 2024, bajo la dirección visionaria de Valéry Grégo, se transformó en un santuario para el viajero moderno y la comunidad local. Grégo, fundador de Perseus y artífice de proyectos como Les Roches Rouges, ha liderado un renacimiento que reverbera a través de las paredes de este edificio histórico, rescatando su alma mientras introduce la mano delicada de los artesanos del siglo XXI.
Dentro de sus muros, el convento es un espacio donde el tiempo parece suspendido, una pausa necesaria en medio del bullicio de la ciudad. Los jardines que lo rodean, con más de 300 especies de plantas, perfuman el aire con aromas de olivo, limón y hierbas frescas, proporcionando una atmósfera de tranquilidad. Desde aquí, se puede escuchar el susurro del agua que desciende por la colina hacia los baños romanos, un recordatorio del pasado, un eco de la historia.
Las habitaciones, 88 en total, han sido restauradas con un respeto casi reverencial por el diseño original. Cada suite parece contarnos una historia: piezas hechas a medida se mezclan con antigüedades, creando un ambiente donde lo nuevo y lo antiguo conviven en perfecta armonía. Los ventanales abren vistas hacia el casco antiguo, los jardines aterrazados y las colinas que rodean la ciudad. Algunas de estas suites, como la Cloister Terrace, ofrecen el lujo de un sundeck privado con vistas al claustro histórico y a un patio colmado de naranjos.
En la esencia del Hôtel du Couvent, se siente una conexión profunda con la tierra. El menú del restaurante se nutre de los productos de su propia granja, ubicada en Touët-sur-Var, a pocos kilómetros de Niza. Los ingredientes, recolectados a diario, se convierten en platos que evocan los sabores de la región. El pan, cocido en el antiguo horno del convento, lleva consigo la memoria de las monjas que lo amasaron siglos atrás. Incluso el molino de harina, cuidadosamente restaurado, mantiene vivo el ritual de la cocina ancestral.
Pero el hotel no solo ofrece sustento al cuerpo. En su interior, la herbolaria, una tradición renacida de la mano de Gregory Unrein, conecta a los huéspedes con los saberes antiguos de las monjas que cultivaban hierbas medicinales en estos mismos terrenos. Un simple té, una infusión o una tintura creada a partir de las plantas del jardín no solo calma, sino que transporta a quienes lo prueban a una época en la que el conocimiento de la naturaleza era un medio de supervivencia.
El bienestar, aquí, no es una mera indulgencia moderna. Inspirado en los baños romanos de Cimiez, el espacio dedicado al descanso y la regeneración se basa en prácticas ancestrales. Piscinas de agua tibia, caliente y fría invitan a una inmersión lenta, casi meditativa, donde cada paso es un rito, un viaje hacia el equilibrio corporal y mental.
El Hôtel du Couvent es una experiencia que invita a sus huéspedes a detenerse, a reconectar con los ritmos naturales que la vida moderna ha silenciado. Dentro de sus jardines, en sus salas iluminadas por la historia, uno puede percibir las huellas de aquellas mujeres que lo construyeron piedra a piedra, y al mismo tiempo, encontrar un refugio para el alma en medio de un mundo que no deja de moverse.
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