THE BERKELEY: UN DESTINO POR SÍ MISMO
Por: Camila Larrea
Fotografía: Cortesía del hotel
Caminar por Knightsbridge es una invitación a perderse en el encanto que define a este rincón de Londres. Aquí, donde las fachadas de las embajadas se mezclan con las vitrinas de las boutiques de lujo, y la historia se entrelaza con el bullicio moderno, se encuentra The Berkeley, un hotel que refleja el pasado, pero que también da forma al futuro.
El hotel ha evolucionado junto con la ciudad que lo alberga. Sus orígenes se remontan a hace 300 años, cuando en la esquina de Piccadilly y Berkeley Street, una sencilla pero acogedora cafetería comenzaba a gestar lo que con el tiempo se convertiría en un ícono de la hospitalidad londinense. En 1897, la transformación se completó, y así nació The Berkeley Hotel, un refugio para los viajeros exigentes y un punto de encuentro para los capitalinos.
En 1972, The Berkeley se mudó al corazón de Knightsbridge. El nuevo edificio, diseñado por el renombrado arquitecto británico Brian O’Rorke, no solo capturó la esencia del hotel original, sino que la elevó. Knightsbridge, con su mezcla de residencias aristocráticas y tiendas, es el escenario ideal para un hotel que se enorgullece de su linaje y, al mismo tiempo, abraza lo contemporáneo.
Hay mucho que decir sobre sus espacios interiores. Las habitaciones y suites son la definición gráfica de lujo moderno. André Fu, David Collins, Helen Green y Juan Heah han dejado su marca en estos espacios, creando un entorno donde el diseño coexiste con la comodidad. Desde los Pavilion Penthouses con vistas panorámicas de Londres, hasta la refinada elegancia del Caramel Room, cada rincón del hotel ha sido concebido para deleitar.
El Berkeley Health Club and Spa es, sin duda, el santuario más preciado del hotel. Aquí, los tratamientos de Oskia y Bamford se combinan con los jardines italianos en flor y la luz suave que atraviesa las cortinas de muselina, creando un ambiente que invita a la renovación. El último capricho en el menú del spa es el tratamiento con CBD de la marca OTO, un ritual que promete aliviar la inflamación y elevar el ánimo, envolviendo a los huéspedes en una serenidad casi palpable.
Y luego está la gastronomía, una aventura en sí misma: desde los tacos y tequila con vistas a la ciudad en el Rooftop Bar, hasta la perfección pastelera de Cédric Grolet en The Berkeley Café. El té de la tarde es una tradición que en The Berkeley se transforma en una experiencia innovadora, un guiño a la historia con un toque contemporáneo.
Aquí, el tiempo parece detenerse y, al mismo tiempo, fluir con la gracia de una ciudad que nunca duerme. Es un lugar donde cada detalle ha sido pensado, no solo para satisfacer, sino para sorprender, recordándonos que, a veces, lo extraordinario se encuentra en lo que parece ser simplemente un hotel.
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